Mi vida transita en un atardecer interminable
Entre batalla y desazón
Donde emite un sonido cerúleo mi espíritu
Y mis oídos oyen el taconear de la
marcha fúnebre
Mientras tempestades rugen con fuerza
Mas yo sé: si me aferro a ésa Roca
No habrá borrasca capaz de abatir mi paz silenciosa
No obstante la vida clama dolores con fuerza
Y aunque nubarrones sombríos se
ciernen sobre mí
Yo oigo la verdad, y vivo
H. Muñoz
27/08/2012
Parîs