jueves, 28 de febrero de 2013


Sea yo, a partir de hoy, culpable de todo
Injusto e infiel, relapso e inexcusable
Que la misericordia venga taciturna
y sus ojos de amonestación evadan los míos
¡La cárcel, la cárcel, la cárcel, la cárcel!
¿Dónde hay una hendedura para huir?
¿Cuándo será audible el aullido del niño que fui?
“Los primeros serán postreros…”

Sea el postrero como una daga
como un último bramido de dolor
y que al levantar apresurado mi rostro
vea la bóveda celeste vestida de lágrima
¡La cárcel, la cárcel, la cárcel, la cárcel!          
¿Cómo bordearla, cómo concebirla remota?
¿Cómo reducir el atizar de su fuego
Y no lamentar luego mis conatos de fuga?

Sea el lamento largo como danza doliente
como una indulgencia melancólica y sin excusas
en el atardecer que cae desde lejos a mis pies
y donde toda calma desaparece presurosa
¡La cárcel, la cárcel, la cárcel, la cárcel!
Que en mis labios se pose un cuervo
y mi frente extenuada no germine toda flor
Plegarias silenciosas: ¡permanezcan de rodillas!


28/O2/2013
Paris
18:24

Harold MUÑOZ